MARK LANEGAN: "BLUES FUNERAL". Crítica del disco

Éramos muchos los que le teníamos ganas al nuevo lanzamiento de Mark Lanegan en solitario, pero con un par de temas nuevos de adelanto que ya habíamos podido escuchar, nos temíamos lo peor. No me gustaba ninguno de los dos pero yo siempre soy de las que digo que hay que escuchar el disco entero en su concepto para emitir opinión alguna. Pues bien, ya lo he hecho unas cuantas veces y creo haber cambiado de opinión. Y digo creo, porque no todas y cada una de las canciones me gustan pero sí muchas y sobre todo el poso que deja al terminar el trabajo.

Los que esperen encontrarse en este “Blues Funeral” una vuelta de Lanegan a sus primeros discos en solitario, que se vayan olvidando. No es que no se deje ver en algún corte pero no es el tema principal del disco. Sigue la estela de los anteriores y controvertidos “Here Comes That Weird Chill” o “Bubblegum” pero sin tanto sabor a Waits. Se trata de un álbum que te puede descolocar cuando lo escuchas por primera vez pero que te va atrapando irremediablemente en su particular universo. Eso sí, si tu espíritu lluvioso-invernal no es el mejor del mundo estos días como es mi caso, no es lo más recomendable, porque doy fe que te cambiará el poco buen humor que te quede. Aunque no pasa nada, si eres de los que te encanta regodearte en la miseria y el dolor, este es tu disco sin lugar a dudas.

Pero vayamos al grano. Un disco de Mark Lanegan no es un disco de Van Halen, para que nos vamos a engañar. Ni falta que hace. El excantante de Screaming Trees lleva todo su pesar muy dentro y eso se nota en todos y cada uno de los cortes. Tiene una de las mejores voces del panorama musical y esa es la baza con la que juega. Me atrevo a decir que si no fuera por esa torturada e imponente voz, el disco no valdría gran cosa. Pero, ¡ay amigo!, eso cambia de cero a cien la percepción de las cosas.

Me encanta la inquietante forma de empezar esta nueva locura con “Gravedigger’s Song”, con el que ya te puedes hacer una idea de por dónde van los tiros. “Bleeding Muddy Water” es una de las joyas del disco que se apoderará de todo tu ser. “Gray Goes Black” está sacada directamente del tecno-pop de los años 80. “St. Louis Elegy” es otro delicioso y pausado rato de los muchos que pasarás durante la audición. “Riot In My House” es mucho más enérgico y el contrapeso perfecto con un buen solo de guitarra. “Ode To Sad Disco” es, como bien dice su título, un tema disco, de nuevo con sabor a los 80, que podría despistarte un poco y enfurecerte al instante, pero nada más lejos de la realidad, pues acabas escuchando en corte hasta con gusto sin saber bien por qué. La melodía de “Phantasmagoria Blues”  encajaría a la perfección en esa faceta más temprana que muchos añoramos. “Quiver Syndrome” me recuerda más a su etapa en Scraming Trees. “Harborview Hospital” no me acaba de gustar y me suena a U2 o similares que tira pa’tras. Pero tranquilos, “Leviathan” es otro inquietante tema que merece la pena escuchar detenidamente y disfrutar. “Deep Black Vanishing Train” va directamente al “Whiskey For The Holy Ghost”, con la irrepetible voz de Lanegan en todo su esplendor. Y “Tiny Grain Of Truth” da el cierre al este singular trabajo, del que te quedarás enganchado si te quitas los tapones de cera de los oídos y dejas volar tu imaginación.