THE QUIREBOYS: "ST. CECILIA & THE GYPSY SOUL". Crítica del disco

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Miércoles de crítica. Hoy tocan The Quireboys, banda inglesa con más de 30 años a sus espaldas de buena música y que parecen aún unos recién llegados. Ver a Spike y compañía en directo siempre es sinónimo de pasar una buena velada de rock and roll y escuchar sus discos es equivalente a asistir a uno de esos conciertos. Quiero decir que en sus bolos no hay nada que esconder y que si te gustan sus trabajos en estudio no saldrás decepcionado esa noche.

St. Cecilia & The Gypsy Soul es el nuevo lanzamiento tras aquel Black Eyed Sons del pasado año que, aunque no me disgustó, no llegó a entrar ni de lejos en mis lista de mejores del año. De hecho, no hay un sólo disco de estos tipos que realmente me disguste. Algunos pueden estar mejor que otros pero no puedes decir que sean malos. Quizá el anterior se me hacía un poco repetitivo y no lograba distinguir bien unos temas de otros. Me sonaba como una pieza entera con cortes similares pero este St. Cecilia... es otra cosa. Aquí reconoces y distingues a la perfección unas canciones de otras e incluso, después de un par de escuchas, tienes la sensación de llevar mucho tiempo pinchando el disco. Son The Quireboys en todo su esplendor en uno de sus mejores álbumes en mucho tiempo.

Por lo que he visto, esta nueva obra se vende en formato de 4 CDs con temas acústicos, en directo y bonus tracks varios, pero todas estas cosas me desconcentran así que me ceñiré sólo al contenido del disco, es decir, a las nuevas canciones. Nos encontramos ante 10 temas que se pasan en un santiamén. Bueno no, miento, diez no, nueve, pues mención aparte merece Can't Hide It Anymore, una mariconada popera cantada por el guitarrista Guy Griffin que se convierte en el único punto negro del álbum. Menos mal que es la única concesión que le hace Spike a su viejo compañero de aventuras. Con un frontman como este con esa pedazo de voz, los experimentos vale más hacerlos con gaseosa, o con Casera, como llaman ahora a la famosa bebida carbonatada.

Salvo ese pequeño lunar, el resto es una gozada. Tenemos un comienzo la mar de prometedor con uno de los mejores momentos del álbum, como es para mí esa Grace B. Otra de mis favoritas es Santa Cecilia que, a estas alturas, ya podemos decir que es puro The Quireboys sin tener que recurrir a ninguno de los clásicos (Stones, Faces...). The Promise también me gusta mucho, con esos arreglos que hacen acordarme irremediablemente a mi querida Collage de James Gang (salvando las distancias) y que se convierte en un estupendo reposo antes del desaguisado que os comentaba anteriormente. Adaline hará las delicias de los seguidores de el jefe con ese estribillo tan springsteeniano y para terminar, que nadie se asuste: una base programada puede dar como resultado un sosegado y bonito tema de cinco minutos para dar carpetazo al asunto, como pasa con Why Did It Take So Long. 

Simplificando: no te lo pienses dos veces; si crees que es otro disco más de The Quireboys estás en lo cierto pero además de ser otro más, es mejor, mucho mejor que los últimos que venías escuchando últimamente. ¿Te lo vas a perder?

Nota: 8