Lo confieso, llego virgen a la discografía en solitario de ROBERT PLANT. Al contrario de lo que pueda parecerle a alguno, no soy de esas personas que suelen seguir los trabajos en solitario de los componentes de mis bandas favoritas, salvo algunas excepciones. A veces me quedaré sin descubrir cosas interesantes, estoy segura, pero todo no se puede, o al menos yo no puedo.La primera vez que escuché este “Band of Joy” me dejó algo extrañada. Sabía que lo que hacía Mr. Plant en solitario nada tenía que ver con LED ZEPPELIN, por supuesto, pero no hasta tal punto. La segunda fue mientras buscaba no sé qué información por la red, a modo de “hilo musical”, e hizo que mi percepción cambiara. Los días sucesivos lo pinché diariamente como una buena manera de comenzar la jornada y fue ganando día a día. De hecho, una mañana me vi sorprendida de que me gustara tanto. No sabía por qué, ni qué destacar pero el viejo Plant me había atrapado.
Y de qué manera. En concreto fueron dos temas los que no me podía quitar en la cabeza en todo el santo día y que para colmo me hacían sufrir. “Silver Rider” y “Monkey” me abrasaban y no podía dejar de escucharlas como hipnotizada. Hace unos días me enteré de que son dos versiones de un grupo indie llamado Low al que no tengo el gusto. Pues bien, las acabo de escuchar y no me dicen nada en absoluto.
Pero el disco no acaba sólo en estas dos piezas, esa “Angel Dance” a modo de introducción ha sido todo un descubrimiento de cómo se pueden hacer muy bien las cosas cuando realmente las amas. Los aires country-folk que nos acompañan durante todo el disco con una precisa producción donde nada sobra y nada falta, son la tarjeta de presentación de nuestro querido vocalista. Incluso no falta ese homenaje a THE BEATLES que es “You can’t buy my love”, o a la década anterior, con esa preciosa y delicada “I’m falling in love again”. La cover “Cindy, I’ll marry you one day” o esa góspel-folk “Satan your Kingdom must come down”, ambos clásicos tradicionales, son dos muestras fehacientes de lo que le gusta al señor PLANT. La única que no me acaba de encajar en el pack es la que da carpetazo al álbum, “Even this shall pass away”, que me recuerda más al PRINCE de antaño que a otra cosa, pero es sólo una anécdota en un disco muy notable.
Por último, destacar sobremanera los trabajos a la sombra de BUDDY MILLER, a la producción y a las seis cuerdas, y PATTY GRIFFIN, también a la guitarra y a frágil y sensual voz, que hacen de este “Band of Joy” una obra de una calidad incuestionable pese quien pese y guste quien guste.




























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