Puede que Teruel no exista y puede que Asturias tampoco pero lo que seguro está fuera del mapa y suele importar menos que un comino son las paradisíacas Islas Canarias. Por desgracia, lo de paradisíaco no lo digo por su fiscalidad que, aun siendo menor, está llena de otros contratiempos y patrañas. Además, los paraísos fiscales no existen. Existen los refugios (havens, como se llaman de verdad en inglés) porque hay infiernos pero la palabra paraíso (heaven) se la han sacado de la manga añadiendo una a y trucando su significado.
Desde hace unos meses, 15 días antes de que el señor (por decir algo) Paulino Rivero (alias Monty Clift) dejara el puesto de führer canario, éste junto con sus socios de entonces aprobaron una Ley de Modernización Turística (manda güevos el eufemismo) que junto al Plan General de Ordenanza del gobierno de Gran Canaria, puede dejar en la calle y con el culo al aire a muchos propietarios tanto de segunda como de vivienda principal. El decretazo en cuestión impone el uso turístico a todos los inmuebles y prohibe su uso residencial, es decir, si tienes un apartamento o un bungalow puedes llegar a perderlo por la **** cara, estés pagándola todavía o ya hayas liquidado tu deuda.
Las artimañas de las alimañas no tienen límite y donde huelen dinerito fresco, ahí van. Ni qué decir tiene, que la mayoría de la gente desconocía este nueva ley (aprobada a todo meter y por lo bajini) y han presentado alegaciones masivas contra esta puñalada trapera. De repente, se encuentran en la encrucijada de tener que ceder sus propiedades para explotación turística a terceros a cambio de nada o de compensaciones económica irrisorias. En fin, que la propiedad privada no vale nada porque ellos sí lo valen. ¿Quiénes? Los de siempre: el líder supremo y sus secuaces. Los que pueden cambiar leyes a su antojo con premeditación y alevosía. Ellos y no otros son nuestros enemigos, tenedlo siempre en cuenta.
Espero y deseo firmemente que el asunto llegue a solucionarse con resultado favorable para los dueños de los inmuebles, muchos de ellos extranjeros, y nuestros políticos patrios no den otra vez la nota con disparates más dignos de otros regímenes felizmente olvidados.