He de reconocer que me han conquistado.
Tom Petty & The Heartbreakers se han adueñado de todo mi ser durante las casi dos horas que duró el inolvidable show. Y es que no las tenía todas conmigo. Me explico.
Tom Petty es un artista que me gusta, sin más. Tiene algunos discos muy buenos, otros no tanto, pero nunca ha llegado a tocar mi fibra sensible, salvo en algún tema en concreto. Su voz nunca me ha convencido y para mi gusto, en estudio siempre le ha faltado un poco de punch, algo completamente desmentido al instante en cualquiera de las noches. Así y todo, sé reconocer su importancia y calidad, con lo que, aunque no fuera nerviosa a ninguno de los dos bolos, sabía que vería un buen concierto. Otra cosa es que saliera con la boca abierta y emocionada con todo lo vivido, como así sucedió. Ya la noche anterior, en Dublín (
ver crónica de Rockland), me había sorprendido y lo había disfrutado a pesar del cansancio, pero la segunda noche en Cork fue algo especial. El tener donde descansar nuestras posaderas al hacer cola y valla en primera fila, amén de no desgastarte tanto, ayuda a ver y sentir las cosas con ánimo renovado. Y eso es lo que paso la noche de la que ahora me ocupo.
Nunca he sido de los fans que me gusta en exceso repetir dos show seguidos de una misma gira, cuando sé de antemano que la banda en cuestión no varía mucho los set list. Siempre he creído que la primera noche es la que te sorprende pues aún no sabes por dónde van los tiros y la segunda, aunque puedas disfrutarla, no es lo mismo. Pues bien, al diablo con mis creencias, esta segunda tanda fue indescriptible. Si la noche anterior nos habíamos escorado convenientemente al lado izquierdo, entre
Petty y
Mike Campbell, esta vez lo hicimos al lado contrario, que es hacia donde el rubio de Florida se acerca con más frecuencia y desde donde pudimos disfrutar toda la santa noche sin perder detalle. Detalles como la complicidad entre los miembros de una de las bandas más en forma que haya visto nunca: la sonrisa perenne en el rostro del ex-
Traveling Wilburys y su dominio absoluto de la situación (a pesar del evidente temblor en su mano-brazo izquierdo), la técnica y feeling de
Campbell, la clase y matices de
Benmont Tench, la contundencia de
Steve Ferrone, la seguridad de
Ron Blair y la versatilidad de
Scott Thurston.
Como nos dijo el amigo Juan hace sólo unos días, “
Tom Petty & The Heartbreakers tiene uno de los sonidos más limpios que haya escuchado nunca, un eléctrico que casi suena acústico”. Razón no le falta y eso es algo que valoro de forma notable sobre todo hoy en día, donde asistir a un concierto se convierte en una especie de aventura sonora en la que no sabes si el cantante está afónico, si a la guitarra solista le han bajado en volumen para que no se embale, el bajista está sordo, el batería enfadado con el mundo o quieren “tapar” algún tipo de carencia. Aquí no hay guarradas de ese tipo. En cualquiera de las dos noches, el sonido era nítido y celestial pero potente y poderoso, sin llegar a molestar su altura en ningún momento, incluso en una carpa al aire libre en medio de la nada, que es donde actuó en Cork. Ya está bien de las disculpas de la mala acústica del local e historias como esa; unas lonas, una colosal banda, unos buenos profesionales en la mesa de mezclas y a tocar que son dos días.
En cuanto al repertorio, es el que veis en el set list con el que me hice al finalizar el bolo, gracias a un tipo encantador que me mandó esperar cuando recogían el local y mientras se comía una manzana. Un cambio respecto a la noche anterior: un alocado y velocísimo
“I’m A Man” de
Bo Diddley por una
“Oh Well” de
Fleetwood Mac en Dublín. Como puntos álgidos de la noche, destacar el clásico
“Here Comes My Girl”; la muy aplaudida
“Handle With Care” de
Treveling Wilburys; una de las mejores de la noche para servidora y que da cierre a su último disco,
“Mojo”, como
“Good Enough”; la coreadísima
“Free Fallin”; el otro punto álgido de la noche con la sobrenatural
“Good To Be King”; la agradecida
“Learning To Fly”; la poderosa y furiosa
“I Shoulda Known It”, con un
Tom Petty desenfrenado; la muy reconocida y agradecida
“Refugee”;
“Runnin’ Down A Dream” con todo el público entregado a la causa y como auténticos posesos, y cómo no, los bises con
“Mary Jane’s last Dace” y en especial una perfecta y ensordecedora
“American girl” como broche final a una perfecta dosis de poderoso pero limpio rock and roll, que tardaremos en olvidar si es que eso es posible, a juzgar por las imágenes de despedida que os muestro en el vídeo.
Ahora, sólo falta que haga lo que prometió y no vuelva a tardar otros 20 años en pisar de nuevo esta cada día más extraña Europa.
Os dejo un par de vídeos más que grabé como muestra de lo acontecido.